Nacido en los antiguos bosques de Etiopía, viajando a la ajetreada Península Arábiga, llegando a Europa y arribando a América, el café ha marcado numerosas y diversas culturas a su paso. Sin embargo, pocos países destacan tanto como Colombia por su cultura cafetera. Hoy en día, el café es uno de los productos de exportación más importantes del país, un gran pilar de su economía y un icono de su gente trabajadora y resistente. Hoy más de medio millón de familias colombianas dependen de la industria cafetera en varias regiones del país y en un año se producen más de 12 millones de sacos de café. Pero, ¿cómo surgió una relación tan estrecha con este producto que hoy llega a todos los rincones del mundo?
La historia del café en Colombia es encantadora y única. El entrelazamiento de unas condiciones climáticas perfectas y un suelo preciso para el cultivo del café, junto con los esforzados valores del pueblo colombiano, dieron como resultado la producción del el mejor café del mundo, preferida por su suavidad, suave acidez y cuerpo medio, con aromas cítricos, acaramelados y afrutados. Pero, ¿de dónde procede exactamente el café colombiano? Sumérjase con nosotros en esta fascinante aventura.
La llegada del café a lo que hoy son tierras colombianas está marcada por un misticismo que mezcla hechos y leyendas. La versión más aceptada ocurrió hacia 1730, cuando el grano de café llegó de la mano de sacerdotes jesuitas que habían entrado en contacto con un viajero que venía de las Guayanas a través de Venezuela. Los primeros testimonios dan cuenta de la presencia del café en Orinoquía, Santander y Boyacá.
No fue hasta 1835 cuando el café comenzó a cultivarse comercialmente. Inicialmente, su cultivo se extendió por las regiones de Santander, Cundinamarca y Antioquia. Se cuenta que el sacerdote Francisco Romero imponía la plantación de cafetos como un penitencia tras la confesión, lo que dio lugar a la expansión del cultivo del café.
El café se posicionó como producto de exportación en Colombia en la segunda mitad del siglo XIX y se reforzó en los años 90 gracias a la expansión de la economía mundial que tuvo lugar durante este periodo. En aquella época, la producción corría a cargo de los grandes terratenientes colombianos del este del país. Durante la segunda mitad del siglo XIX, la producción aumentó hasta tal punto que pasó de producir 60.000 sacos a más de 600.000, convirtiéndose en el principal producto de exportación de Colombia.
El comienzo del siglo XX trajo consigo una transformación en la industria cafetera que se había desarrollado hasta entonces en el país. Con la caída de los mercados mundiales y el estallido de la Guerra de los Mil Días, surgió una crisis interna que dejó en bancarrota a los grandes cafetaleros, impidiendo el adecuado cuidado de las plantaciones y dejando a sus propietarios con elevadas deudas en el exterior.
Sin embargo, como es característico del pueblo colombiano, supieron convertir esta difícil situación en una oportunidad en beneficio de todos. Con el colapso de las grandes explotaciones cafetaleras, surgió una nueva forma de economía del café, dirigida por los propietarios de pequeñas parcelas. De ahí nació una economía campesina en la que las familias rurales estaban (y siguen estando) al frente del cultivo del producto más emblemático del país.
En 1927 se creó la Federación Nacional de Cafeteros por caficultores de distintas regiones del país que pretendían proteger sus derechos y negociar precios justos para la venta mundial de su café. Poco más de una década después, en 1938, se creó el Centro Nacional de Investigaciones del Café, donde todavía se realizan investigaciones científicas para mejorar y garantizar la calidad del café, fortalecer los granos contra plagas y enfermedades, y desarrollar una tecnología cafetera sostenible y competitiva. Esto demuestra el compromiso de ofrecer siempre el mejor producto y cuidar el planeta al mismo tiempo.
En 1959 se creó el carismático personaje de Juan Valdezque representa a los más de 500.000 caficultores tradicionales colombianos y a sus familias, acompañado de la noble mula Conchita. Ha sido interpretado por tres actores a lo largo de los años, dando vida y voz a tan emblemático personaje y llevando su magia a todos los continentes. Hoy su logotipo es garantía de productos que cumplen con el sello de 100% Café de Colombia. Asimismo, desde 2002 se ha convertido en una de las franquicias de café con más éxito de la región, con 445 tiendas en 13 países. Además, ha llevado el auténtico sabor colombiano a más de 30 países gracias a sus más de 9.000 puntos de venta en todo el mundo.
Los colombianos están muy orgullosos de su café, y con razón. No son sólo el suelo y el clima los que han permitido florecer al café más popular del mundo, sino que su éxito se debe también a los increíbles caficultores. Las familias cafeteras entregan su corazón a cada grano de café. Detrás de cada taza de café hay una maravillosa historia de pasión y magia.
Y ahora que conoces la historia, tú también puedes formar parte de ella. ¿Qué mejor manera de sumergirse en la cultura cafetera colombiana que visitando una auténtica finca cafetera? Con nuestro increíble Tour del cafépodrá conocer de primera mano el arduo y cariñoso proceso que conlleva la creación de una taza de café. También podrá degustar un delicioso café mientras apoya a los agricultores locales. Únase a nosotros para continuar esta noble tradición y disfrutar del café más suave y delicioso del mundo.